En el artículo anterior, reflexionábamos sobre la inteligencia en el mundo biológico antes de adentrarnos en la inteligencia artificial propiamente.

Pero para poder responder a esta pregunta y adentrarnos si quiera en una definición de inteligencia artificial, es preciso que abordemos el concepto de algoritmo, término todavía relativamente desconocido entre el común de las personas, pero cuyo entendimiento resulta clave para poder comprender adecuadamente lo que es una inteligencia artificial.

El concepto de algoritmo

Algoritmo según la Wikipedia es un conjunto prescrito de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permite llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad.

Hay distintas maneras de representar un algoritmo (en las que no vamos a entrar). Una de las más populares es en forma gráfica, a través de diagramas de flujo como el que se muestra el algoritmo /muy simplificado) de reparación de una lámpara:

diagrama de flujo

Diagrama de flujo representando un algoritmo (fuente: Wikipedia)

La inteligencia artificial frente al algoritmo

Pues bien, resulta que mucha gente asocia ‘inteligencia’ con aquello que no podemos explicar completamente (como por ejemplo el cerebro humano). Una vez podemos explicar el funcionamiento de algo, lo consideran algoritmos o fórmulas. A esto se le llama el «efecto IA«.

Por ejemplo, los navegadores de los coches. Hubo un tiempo en que el trazado de la mejor ruta (en distancia o en tiempo) de un sitio a otro, era considerado como una tema de investigación dentro del campo de la inteligencia artificial. Hoy en día existen múltiples navegadores, cada uno implementando diferentes tipos de algoritmos que realizan esta tarea de forma mejor incluso,  a cómo lo haría una persona que conociera la zona. Una vez se ha resuelto este problema, mucha gente ya no considera esto un problema de inteligencia artificial, sino que un navegador no es más que un programa que ejecuta un algoritmo que resuelve el problema una y otra vez, aunque varíen las condiciones en cada caso.

Esta percepción que tiene mucha gente de la ‘inteligencia’ es problemática, pues en primer lugar cualquier cosa que podamos diseñar nosotros, por definición no puede ser inteligente, porque sabemos cómo funciona. Entonces, siguiendo esa línea de razonamiento, si un día llegamos a entender perfectamente cómo funciona el cerebro humano, ¿significará eso que ya no seremos ‘inteligentes’?.

La inteligencia artificial como propiedad emergente de los bits

Para que la IA pueda ser productiva, su definición no puede estar vinculada con cómo percibimos algo, sino que por el contrario debería ser una propiedad que emerja del sistema mismo.

Manteniendo el paralelismo con su contraparte biológica, la IA podría considerarse como una propiedad emergente del «trasiego» de los bits que, por su cantidad, organización y velocidad de procesamiento actuales, permiten comportamientos inteligentes (memoria asociativa, cálculo, abstracción, razonamiento, inferencia, etc.) que antes eran computacionalmente inalcanzables.

La inteligencia artificial como propiedad emergente del trasiego de bits

Agente, arquitectura y programa

Stuart y Norvig definen la inteligencia artificial como:

los programas ‘agentes‘ que, para una arquitectura determinada, se comportan bien en un entorno.

Definición muy precisa… que requiere de dos definiciones previas para ser entendida:

  • ARQUITECTURA: un sistema físico que dispone de sensores  (obtienen información del medio) y actuadores (interactúan con el medio) y en el que corren unos programas que realizan unas funciones (=abstracciones matemáticas que relacionan estímulos del entorno con acciones sobre él)
  • AGENTE: una entidad que lleva a cabo una acción en respuesta a los estímulos recibidos del entorno para cumplir unas funciones.

El agente sería el equivalente a un ser vivo, cuyas funciones vendrían definidas por su programa (que en un ser vivo son, inicialmente, su herencia genética -sus genes-  y a la que posteriormente se puede sumar o no un aprendizaje más o menos elaborado).

Volviendo a nuestro Agente IA:

Agente IA = Programa + arquitectura
Representación de un agente

Otra manera de definir al Agente, es a través de una representación gráfica de sus entradas, sus salidas y su procesamiento.

AGENTE IA

Esquema de un agente de IA

Si bien esta no es la única manera de concebir un agente, sí es la representación más frecuente y la más intuitiva, por lo que nos atendremos a ella en futuros post, donde vamos a explorar las distintas posibilidades existentes.

La clave para distinguir entre los distintos tipos o incluso niveles de inteligencia artificial existentes está en:

  • Si los sensores pueden percibir todo el entorno o sólo parte de él.
  • Si sus acciones tienen cierto grado de incertidumbre o no.
  • Las distintas posibilidades del programa, es decir, si actúa de forma refleja o dispone de algún modelo del ‘mundo’ o tiene uno o varios objetivos definidos que cumplir.

En cuanto a la cuestión del aprendizaje, hemos visto que la definición de inteligencia exige alguna forma de aprendizaje, por lo que si bien las formas de inteligencia artificial que han de desempeñarse eficazmente en un entorno aislado o no cambiante y durante un tiempo limitado, pueden prescindir de este elemento porque su conocimiento del mundo ya está incluido en su programa, su ‘inteligencia’ será limitada, mientras que otras que incluyan distintos elementos de aprendizaje en las distintas partes del agente, serán, sin duda alguna, ‘más inteligentes’. Este elemento de aprendizaje automático dentro de la inteligencia artificial, es el que se denomina Machine Learning.

Algunos ejemplos de Inteligencias artificiales

Nótese que la  arquitectura  del agente, para que éste sea inteligente, no tiene por qué asociarse a una forma humanoide,

robot pepper.png

Robot Pepper: ejemplo de robot antropomorfizado

Ni siquiera a la existencia de un robot no antropomorfizado, como el de una cadena industrial

robot industrial.png

o un asistente virtual para el hogar como Google Home o Alexa Amazon).

amazon alexa

Asistente Virtual: Amazon Alexa

Así, el famoso Test de Turing propuesto por el genial matemático del S.XX, para decidir si una inteligencia artificial ha alcanzado un ‘nivel humano’, no permite un contacto visual entre el interrogador (humano) y el interrogado (inteligencia artificial) porque el «aspecto humano» no es un atributo necesario para que exista inteligencia.

De hecho, toda la arquitectura de la IA puede ser puro software:  y no me refiero al programa en sí, sino también a los sensores y los actuadores. Esto  sucede en el caso de los chatbots o bots conversacionales.

chatbot.png

Chabots: sensores, actuadores y programa, todo es software

También pueden estar embebidos en cualquier dispositivo electrónico, de manera que sea prácticamente invisible (un navegador de un coche por ejemplo), o como ocurre en ciertos dispositivos de la llamada Internet de las Cosas (conocida como IoT, por sus siglas en inglés), como podría ser el robot limpiador Roomba.

roomba

IoT: Robot Roomba, controlado con el móvil

Reflexiones finales

A diferencia de lo que ocurre con las personas, las inteligencias artificiales, son ‘inteligentes’ en ámbitos de conocimiento restringido. En un número creciente de campos han llegado a adquirir capacidades ‘sobrehumanas’ (es decir, desempeñan mejor sus funciones que el más experto de los humanos), pero aún nos encontramos lejos de disponer de una inteligencia artificial de propósito general comparable a la de los seres humanos.

Vaya por adelantado que en esta cuestión (como en tantas otras) no existe una respuesta absolutamente correcta o falsa: simplemente respuestas bien o mal razonadas.

Pero animaros vosotros a reflexionar sobre el tema: ¡toda respuesta inteligente es bienvenida!

Ver la Parte I: la inteligencia biológica

Posted by santiago

One Comment

  1. JOAQUIN CARRETERO 11 diciembre, 2017 at 16:28

    Magnífica exposición. Mi más sincera enhorabuena Santi

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