‘Inteligencia Artificial’  (IA) es, sin duda, un término de moda. Cada vez son más los dispositivos o sistemas que incorporan IA en su funcionamiento. Día tras día aparecen noticias sobre la IA, señalando que  ha sido capaz de alcanzar  éste o aquél hito, hasta ahora sólo reservado a los seres humanos.

Ante tal avalancha de informaciones con el término, parece preciso preguntarse: ¿qué significa realmente ‘Inteligencia Artificial’?

Pero responder a esta pregunta implica algo que sólo parece obvio: responder a la pregunta previa: ¿qué es la Inteligencia

El diccionario de la Real Academia Española contiene muchas acepciones del término y, sin embargo, para los propósitos de la discusión sobre la IA, ninguna parece satisfactoria. En el campo de la biología es donde encontraremos un mejor punto de partida.

Parte 1: La inteligencia en la biología

Todos los seres vivos tienen inteligencia, en mayor o menor grado, para llevar a cabo sus funciones vitales.  Dependiendo del nivel de elaboración que tuviera este conocimiento aplicado al medio se hablaría de un nivel mayor o menor de inteligencia.

Para un ser vivo, inteligencia podría definirse como la habilidad de aplicar conocimiento con el fin de actuar eficazmente en un entorno y esto será el fruto de un instinto, resultado de la codificación del ADN, de una inducción primitiva de pasadas experiencias  o, finalmente, de un razonamiento elaborado o simbólico.

La rana aplica su ‘inteligencia’ para llegar hasta la charca

Los humanos seríamos los seres vivos más inteligentes, y lo somos, a diferencia del resto de seres vivos (y de las actuales Inteligencias Artificiales), en una muy amplia variedad de dominios.

En una elaboración ulterior del concepto de inteligencia, podemos definirla como una propiedad emergente. Esto significa que  nace de una estructura compleja que exhibe propiedades nuevas, que no tienen los sistemas «simples» que la componen. Así ocurre en los sistemas biológicos: en un ser vivo la inteligencia tiene su sede  en el cerebro, en el sistema nervioso… pero de las neuronas que los integran no predicamos la inteligencia.

Un tercer elemento necesario para definir la inteligencia es el concepto de  aprendizaje. En los seres vivos, el mecanismo de «aprendizaje» básico es la Evolución, que, a través fundamentalmente de los procesos de recombinación y mutación del ADN, tiene como fin la supervivencia. En los seres vivos de menor complejidad, éste es el único mecanismo de aprendizaje. En los más complejos, a la evolución se sumarán otros procesos de aprendizaje. En el ser humano, el aprendizaje se desarrollará a lo largo de toda la vida, comenzando con la recepción de la herencia cultural, fruto del aprendizaje de los antepasados.

Los distintos mecanismos de aprendizaje en los seres vivos complejos

En los seres de mayor complejidad se dan procesos de  aprendizaje de tipo:

  • Conductual: Si hago esto generalmente obtengo lo otro. Por ejemplo, si he visto a mis mayores que aislando una gacela pequeña de su manada, generalmente son capaces de capturarla, yo haré lo mismo.
  • Asociativo: Si se parece a algo que conozco, entonces actúo igual que lo haría ante ese algo. P. Ej. Si veo un impala por primera vez, como se parece a una gacela, entonces también es una presa.
  • Implícito: Las reglas se establecen de forma automática, no consciente. El león que prueba la carne humana, descubre que le gusta, y los seres humanos automáticamente quedan clasificados como posibles presas.

En el caso de los seres humanos y de algunos mamíferos superiores, a los anteriores  mecanismos de aprendizaje se han de añadir los siguientes:

  • Constructivo: podemos descomponer un objeto en sus partes y aprender que el todo es más que la suma de las partes, porque emergen propiedades nuevas.
  • Cognitivo: podemos razonar sobre la naturaleza de las cosas mismas y sobre sus relaciones.
  • Explícito: nos educamos conscientemente, almacenamos y transmitimos conocimiento  intergeneracionalmente (esto es exclusivo de los seres humanos).

A nuestra singular inteligencia que aprende, se ha de añadir otra característica: somos capaces de cooperar en masa y de forma flexible.

La cooperación en masa no es exclusiva de los seres humanos, algunos insectos como las hormigas o las abejas, también cooperan en masa. Pero es una cooperación que no tiene apenas flexibilidad.

colmena.png

Ejemplo de cooperación en masa: la colmena

Como señala el historiador, Yuval Noah Harari en su libro «Homo Deus:

Una colmena funciona básicamente de una forma. Y ante una nueva oportunidad o un nuevo peligro, las abejas no pueden reinventar el sistema social de la noche a la mañana. Por ejemplo, no pueden ejecutar a la reina y establecer una república de abejas, o una dictadura comunista de abejas trabajadoras.

Otros animales como los mamíferos, los lobos, los elefantes, los delfines, los chimpancés, pueden cooperar con mayor flexibilidad, pero lo hacen sólo en grupos pequeños porque la cooperación entre ellos se basa en el conocimiento íntimo del otro (la manada, el grupo).

Pero los seres humanos tenemos una capacidad  de organizarnos sin rival biológico, a través  de la cooperación flexible y en masa, lo que ha conducido a los grandes logros de la humanidad  como la exploración espacial y también a algunos de nuestros grandes crímenes como las guerras o las bombas nucleares.

Y, tras este breve análisis  de la inteligencia que se ha desarrollado en la Naturaleza, ya podemos pasar a preguntarnos qué elementos de la misma  se han desarrollado por el ser humano en sus máquinas inteligentes.

¿Hasta dónde la «inteligencia artificial» ha alcanzado a la «inteligencia natural»?

Hagamos un pequeño spoiler: para un cierto número de expertos, nuestra criatura, con más de 60 años de «evolución», ha alcanzado la inteligencia general (la que se aplica a un amplio número de dominios) de un gato, si la medimos «como potencia de cálculo». Si la medimos como capacidad de hacer las cosas que, en general, hacen los seres humanos, no llega a ser la de un niño de seis años (datos hasta 2016), aunque el hueco ya se ha estrechado mucho y es previsible que en 2017 o 2018 ya se haya llegado a la par.

ExponentialGrowthofComputing.jpg

Crecimiento de la potencia de cálculo (fuente: «La singularidad está cerca», Raymond Kurweil)

Fruto de la aceleración exponencial y del ingenio (único) del ser humano, este viaje de 60 años, ha conducido a un nivel de inteligencia que la Naturaleza tardó en desarrollar miles de millones de años.

CountdowntoSingularityLin.jpg

Evolución biológica: del inicio de la vida a la aparición de los primates: 3.500 millones de años. escala lineal donde puede apreciarse la curva exponencial primero de desarrollo evolutivo y después tecnológico.  (fuente: «La singularidad está cerca», Raymond Kurweil)

Con estas definiciones sobre la inteligencia en general en el mundo de la biología, en el siguiente artículo ya podremos precisar qué es lo que se entiende por inteligencia artificial.

Ver la parte 2: La inteligencia Artificial

Posted by santiago

Deja un comentario